Reencuentros, exposición en LAB-ART Studio

23.10.2021

Exposición grupal en LAB-ART Studio

LAB-ART Studio es un estudio multidisciplinar situado en el corazón del Ensanche que evoluciona constantemente al ceder su espacio a galerías de arte. Dirigido por los maestros de la enmarcación de LAB-ART, el espacio albergará la nueva exposición grupal de nuestra galería titulada Reencuentros. Del 5 al 29 de octubre de 2021 se podrá disfrutar de algunas de las obras más emblemáticas de artistas representados por nuestra galería: Dirk Salz, Jo Hummel, Michael Craik, Francisco Suárez, Iñigo Arregi y Eric Cruikshank.

LAB-ART Studio es un estudio multidisciplinar situado en el corazón del Ensanche que evoluciona constantemente al ceder su espacio a galerías de arte. Dirigido por los maestros de la enmarcación de LAB-ART, el espacio albergará la nueva exposición grupal de nuestra galería titulada Reencuentros. Del 5 al 29 de octubre de 2021 se podrá disfrutar de algunas de las obras más emblemáticas de artistas representados por nuestra galería: Dirk Salz, Jo Hummel, Michael Craik, Francisco Suárez, Iñigo Arregi y Eric Cruikshank.
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En Reencuentros se podrá apreciar la obra de Dirk Salz (1962, Bochum, Alemania), quien se interesa por las formas sencillas y la transparencia del color, a la vez que juega con las impresiones de la profundidad, que no se imponen a través de los planos o las composiciones complejas, sino a través de su reducción. Las imágenes de Dirk se colocan sobre superficies lisas que le sirven como espejos metafóricos para el espectador, espejos que reflejan la propia imagen del espectador dentro del espacio, y a la vez las posibilidades de nuestra relación con él. Sus ofrecen una experiencia de cambio entre sus diversas profundidades y planos debido a que el concepto del reflejo es inherente a la investigación artística de Dirk sobre el espacio. Además de explorar el espacio, las obras de Salz nos invitan a reflexionar sobre la cuestión de la temporalidad y del papel del tiempo en nuestra percepción del espacio. El tiempo, concebido como una categoría que viene antes que el espacio, que es necesariamente más interno y permite que el espacio exterior sea revelado.
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Por otra lado, en Reencuentros se exponen varias obras en distintos formatos de la artista británica Jo Hummel (Hampshire, 1982). Su obra se caracteriza por superficies pintadas de papel y superpuestas con collage a partir de las cuales emplea variaciones espontáneas de espacio, color y forma. El collage implica que a lo largo de su creación la obra esté en constante cambio. Por tanto, la artista debe negociar el lienzo reorganizando, eligiendo y ajustando, a menudo durante largos periodos y habiendo explorado cientos, incluso miles de los infinitos resultados posibles. De este modo, el propio proceso creativo es tan importante como el resultado final. Aunque sus collages pictóricos tienen un carácter físico y material, el contexto de las obras de Hummel es deliberadamente antropológico y se inspiran en los hábitos y el comportamiento humanos, con un interés especial en el determinismo y el libre albedrío, así como en las preocupaciones formales. Jo Hummel lleva a cabo experimentos en los que el proceso suele determinar el resultado y proporciona un escenario seguro para la improvisación. Un lugar en el que los procedimientos racionales pueden coexistir con la intuición. Hummel explora la naturaleza impredecible de la intuición y la espontaneidad. Su práctica funciona como una simulación de experiencias de toma de decisiones que le permiten captar y utilizar sensaciones como la ansiedad o la serenidad. Es precisamente a través de estados emocionales contradictorios de comodidad, satisfacción, ansiedad, repulsión...etc. que Hummel es capaz de aprovechar el estado de incertidumbre humana que se siente en todas partes. Jo Hummel actualmente trabaja en su estudio de la isla de Wight y el próximo 4 de noviembre de 2021 se podrá disfrutar de su próxima exposición en solitario en nuestra galería: Automatic.
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Así mismo, también se podrá disfrutar de la obra de Michael Craik (Edimburgo, 1972), en la cual el artista explora la interacción del color y la repetición como  método para producir una obra tranquila y contemplativa que se preocupa por el color, la calidad de los materiales y del proceso. Craik crea pinturas aplicando repetidamente la pintura y quitándola de nuevo. Este proceso de reducción aparece en toda su obra aludiendo a las fuerzas de erosión que forman nuestro paisaje y permite que las cualidades elementales de la pintura determinen la apariencia de cada obra, creando pinturas contemplativas y minimalistas. El enfoque de estas obras a menudo se encuentra en los bordes, donde el lijado revela estratos de pintura, exponiendo capas de color alternas que se han ido acumulando al pintar, verter o extender. En este sentido, su trabajo comparte una relación con la geología, con la colocación y con la erosión de la roca de su tierra natal.
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Por otro lado, en LAB-ART también se encuentran obras de Francisco Suárez (León, 1965), artista que pone especial énfasis en subrayar la autonomía de la pintura, la presencia física y perceptual del objeto pictórico. Cada una de sus obras supone ante todo un enunciado sobre sí misma, sobre los estímulos cromáticos y visuales que la forman, y sobre las relaciones numéricas que la componen. Pese a la frialdad que puede denotar lo geométrico en su su trabajo, conserva cierta pulsión misteriosa de lo que surge de manera espontánea en el acto de pintar. Así, sus característicos campos de líneas nacen de un proceso próximo al action painting, ya que son en realidad gotas de pintura que, colocadas cuidadosamente por el artista, fluyen sobre la superficie. Las imágenes adquieren de este modo una vibración especial y una ausencia de rigidez que facilita la interacción con la mirada. El atractivo de su obra también se debe a un uso exquisito del color con el que obtiene presencias seductoras, en las que la pureza geométrica nos sirve de vehículo para acceder al terreno del autoconocimiento, a un estado cercano a la contemplación.
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Las esculturas de Iñigo Arregi también llenan la sala LAB-ART con un característico toque guipuzcoano que ha aglutinado un desarrollo escultórico que indudablemente parte del academicismo decimonónico. Arregi nos muestra sus esculturas y relieves a través de su afán por las formas geométricas que se entrecruzan y se sobreponen en distintos planos. Sus obras crean alineaciones que encajan entre sí para conformar un todo armónico, formado por planos que se reúnen o conjuntan, que pueden separarse y unirse otra vez como si de un rompecabezas se tratase. Su obra se basa en un discurso de referencias no explícitas, de complejos argumentos relacionados con las emociones. Arregi muestra visiones únicamente frontales, a diferencia de las esculturas que pueden contemplarse desde cualquier perspectiva.
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El sexto artista representado en Reencuentros es Erik Cruikshank (Reino Unido, 1975). Tomando el paisaje como punto de partida inicial, sus pinturas no son de presentación literal, sino que se centran en las cualidades emotivas del lugar. Cruikshank utiliza una paleta objetiva ligada al paisaje escocés. Por ello, el color actúa como un vehículo para revelar los planos de la imagen que subyacen a los puntos de referencia. Con la estructura, el diseño y la armonía del color basados en lo cotidiano, se anima al espectador a volver a abordar las nociones de su entorno. Un espacio donde lo familiar se abre y se llena de posibilidades. Con las obras que salen del territorio del arte y los valores tradicionales, se abre un diálogo entre el pasado y el presente, lo histórico y lo contemporáneo. La forma, el color y la superficie construyen el soporte fundacional de la obra de Erik y a la vez elevan los conceptos de las obras, permitiendo al espectador descubrir capas de significado potencial a medida que cada elemento es considerado. En ausencia de imágenes o narración, los paneles se dejan abiertos a la interpretación, como un plano casi en blanco para reflejar las propias emociones e ideas del espectador. Aplicando la pintura en bandas de color de capas finas y utilizando una técnica de sustracción, se trabaja la superficie hasta alcanzar un equilibrio. Las delicadas formas que quedan dan el efecto de un acabado monocromático cuando se ven por primera vez. A través del velo de pintura resultante, los trazos brillantes de tono parpadean en el borde del foco, donde la superficie mantiene la más suave luminosidad y modulación de volumen. Las obras se completan con un meticuloso nivel de control, creando un plano que no lleva marcas de pincel, eliminando la evidencia de la mano del artista y cualquier huella de la técnica. Con esta eliminación, el campo de color se examina más de cerca: al acercarse a la obra, el color pulsa en patrones que cambian constantemente, al retirarse, estos patrones se mezclan, sangran y se fusionan en un campo continuo vibrante, invitando a una atención visual muy afinada.
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Publicación 23.10.2021