Con finas pinceladas, contrapone personas y naturaleza. Crea con maestría cuadros de impresionante profundidad y amplitud alternando colores translúcidos y pastosos. Misteriosamente, la luz blanca irrumpe a través de los troncos de los árboles de algunos cuadros como una bruma blanca.
Las líneas de filigrana, junto con los tonos suavizados -a veces restringidos a un solo color sobre fondo blanco- recuerdan a los grabados de los viejos libros de cuentos. De hecho, las escenas a las que nos invitan los cuadros de Malgosia son como un cuento de hadas. En sentido literal, la palabra “fantástico” es también muy simbólica del repertorio que Jankowska recorre en su mundo pintado y se ha convertido en una característica sucinta de su arte: Los niños en el bosque, los lobos o las colosales setas no son sólo imágenes visuales de una realidad prestada a la manera de los hermanos Grimm.
Asimismo, Malgosia se ha dotado de un conjunto de figuras totalmente propias, que siempre pone en relación entre sí. El niño como emblema de la inocencia, vagando libre por el peligroso bosque, refleja un mundo secreto del subconsciente. La naturaleza se convierte en el espacio de los miedos y deseos enterrados. Además, sus trazos son el resultado que permiten ver la enfatización del trabajo de Malgosia.