Riccardo Nannini (Italia, 1980) se licencia en Diseño Industrial en el Politecnico di Milano. Después de algunos años como asistente del diseñador Andrea Incontri en 2010 se traslada a Barcelona, revolucionando su carrera y su forma de vida.

Empieza a experimentar con el dibujo y la pintura. Las reflexiones que acompañan esos trabajos, motivan sus primeros pasos artísticos. Lo absurdo de la naturaleza humana y la presión de las interacciones sociales en la definición de la identidad se encuentran aún entre los temas centrales de sus obras.

Nannini se sumerge en la escena underground de la ciudad y colabora con varias revistas, galerías y marcas emergentes.

En 2014 presenta su primera exposicion individual, una historia en 14 lienzos en blanco y negro con una fuerte carga de provocacion. A partir de ahí, su estilo evoluciona y se vuelve más detallado. Su búsqueda pictórica se centra en la conciliación entre tradición y contemporaneidad, mezclando referencias que van desde los pintores flamencos hasta el cómic.

Después de casi diez años de estudio y práctica, desarrolla un lenguaje personal que se mueve libremente entre pintura clásica, folklore y cultura pop, estilo que lo ha llevado a exponer en numerosas exposiciones individuales y colectivas en USA, Europa y Asia.
Actualmente vive y trabaja entre Barcelona y la Maremma Toscana.

Su trabajo se puede interpretar como una reconstrucción personal, en clave absurda, de las estructuras sociales y los comportamientos individuales de nuestra contemporaneidad.

A partir de símbolos reconocibles, especialmente de la cultura popular, Nannini crea  mundos divergentes en los que la cadena de conexiones de significados se va fragmentando, alterando las acciones y las relaciones de los personajes, hasta llegar a cambiar las reglas que los rigen.

A través de recursos como el humor, la estética naíf, los colores vibrantes, los desajustes en el dibujo o las constantes disonancias busca producir un contraste entre el mensaje y el tono; un conjunto que descoloca al observador y exalta el sinsentido.