La capacidad de dar expresión a la forma humana, para transmitir y traducir su lenguaje es una habilidad, que el escultor Mario Dilitz definitivamente tiene. Combina el conocimiento tradicional escultórico y las habilidades técnicas con temas de actualidad y de esta manera se las arregla para crear esculturas de gran intensidad y apelación. Su escultura 159 (2019) es un claro ejemplo de ello.
Su trabajo se polariza. Hay un contraste entre la belleza estética de sus esculturas y el contenido de los temas, en una confrontación profunda con los caprichos de la existencia humana.
Por un lado Mario Dilitz manifiesta las contradicciones que ocurren en la naturaleza humana, y por el lado él sabe unirlos en su trabajo. Incluso su elección de material revela estas contradicciones.
Sus esculturas, la mayoría de ellas de tamaño natural, se crean en madera laminada de alta calidad. Después de un proceso de destrucción y luego de construcción la madera ha alcanzado una nueva forma de estabilidad, que no sería posibles en su condición natural.
Este proceso se hace visible por las juntas de pegamento en la madera laminada. Mario Dilitz elige cola roja para firmar sus creaciones.
En definitiva, la suya es una práctica que ubica la figura humana en el centro de su obra, dotando cada obra de detalles y gran intensidad. Sus esculturas, la mayoría en tamaño natural, se sitúan en el mismo plano físico del espectador, en una espera eterna por comenzar un diálogo.