La galeria Victor Lope tiene el placer de presentar ‘Group Show vol. 1’, su nueva exposición colectiva con sus respectivos artistas representados.

Mario Dilitz (1973 en Innsbruck, Austria) vive y trabaja en Axams, un pueblo austríaco cerca de Innsbruck y Múnich. Cuenta con una larga trayectoria y su trabajo se ha podido apreciar tanto en exposiciones individuales como grupales. De esta manera, ha expuesto en ciudades como New York, Londres, Viena, Bruselas, Múnich, etc. Combina el conocimiento tradicional escultórico y las habilidades técnicas con temas de actualidad y de esta manera se las arregla para crear esculturas de gran intensidad y apelación. Hay un contraste entre la belleza estética de sus esculturas y el contenido de los temas, en una confrontación profunda con los caprichos de la existencia humana.

Por otra parte, la obra de Jo Hummel (1982, Hampshire) se caracteriza por una superficie pintada y de papel con collage. Emplea variaciones espontáneas de espacio, color y forma. Aunque sus collages pictóricos tienen un carácter físico y material, el contexto es deliberadamente antropológico y las obras de Hummel se inspiran en los hábitos y el comportamiento humanos.

Max Gärtner (Heidelber, Alemania, 1982) guía a los espectadores a través de ricas narrativas visuales en las que intervienen personajes y símbolos cautivadores. El artista multidisciplinar capta impresiones del otro mundo con la intención de explorar la existencia humana en un nivel metafísico. Su afán por comprender mejor la conciencia y el concepto de una realidad interior polifacética se traduce en representaciones de “seres” que encarnan una sensación de poder y complejidad monumentales.

Malgosia Jankowska retoma uno de sus leimotivs pictóricos, el paisaje. Las finas pinceladas de acuarela y tinta china contraponen personas y naturaleza. El discurso entre los protagonistas y el espacio en el que se enclavan se desarrolla en cuadros de gran profundidad. En ellos, los rojizos intensos conviven con la bruma blanca que inunda los paisajes de la polaca.

Llega un momento en la trayectoria de un pintor realista en el que se decide la forma que adoptará su discurso. Más bien, cómo de equidistante estará este de la tradición en la que se asienta. Para Javier Ruíz Pérez, esa identidad ha recorrido diferentes derroteros, como el arte urbano o la figuración en el sentido más estricto. Ahora, esa visión del mundo nos llega con matices. Es como una sutil renuncia al detalle en beneficio de una pincelada expresiva y comprometida con la cotidianeidad.

Por otra parte, la escultura de Iñigo Arregi ordena planos en el espacio, un terreno que puede llegar a ser agreste sin la formación y la disciplina adecuadas. Sin ellas, el arriba se convierte en vértigo y el abajo en un abismo que atrae a los materiales que, peligrosamente, pueden convertirse en lastre.

Por último, presentamos por primera vez la obra de Birte Horn (Düsseldorf, 1972). Su acción artística se acerca más al pensamiento. Los pensamientos y las imágenes son libres de moverse en todas las direcciones, se empujan unos sobre otros y así se enlazan constantemente para formar nuevas ideas. Eso se traduce en una gran libertad donde partes de la realidad entrar en juego. La superficie es un gran tema en su obra: es la contrapartida del espacio, pero también la superficie es un fragmento, un complemento y una sustracción del espacio, una promesa al espacio.