Identidades parte de un relato diferencial donde cada obra es una identidad desplegada. Esta muestra habla de la belleza de las mismas, de las identidades diversas y de su perfecta convivencia. La abstracción dialoga con la figuración, así como la escultura también tiene presencia en esta muestra de identidades diferenciadas.
La luz juega un papel diferente en cada uno de los artistas. En Patrik, la luz es un factor fundamental para segmentar la información en capas de abstracción. Grijalvo se somete a un ejercicio de fuerte desarraigo con la realidad natural mientras que la fotografía torna escultura.
En Javier Ruiz, por el contrario, la luz bañada de tintes oníricos impregna las escenas. Javier se burla de lo cotidiano como un elogio a lo sublime y capta el instante exacto de diálogo entre ambos mundos. Esta línea la podríamos relacionar con Cesc Abad, de estilo naïf e irónico. Abad muestra una realidad híbrida entre la revolución tecnológica con el instinto animal. Con mirada ácida y afinada, la metáfora está a la orden del día como arma expresiva.
Por otra parte, las imágenes de Dirk Salz se colocan sobre superficies lisas que le sirven como espejos metafóricos para el espectador; espejos que reflejan al que observa como una forma de entender el marco en el que se enclava la obra, su espectador y la relación que se crea entre ambos. El espectador se refleja en la obra, a la vez que esta se reverbera en el que contempla. En relación a Dirk, Eric Cruikshank estudia el color como un homenaje a su Escocia natal.
El uso del color de forma emotiva se traduce en un estudio de lo cotidiano, mientras se anima al espectador a abordar las nociones de su entorno, donde lo familiar se abre y se llena de posibilidades. Su proceso artístico abre un diálogo entre el pasado y el presente, lo histórico y lo contemporáneo. La pulsión entre los vestigios pasados y presentes es abordada por Francisco Suárez en su pintura. La geometría en su obra se traduce en una cierta pulsión misteriosa de lo que surge de manera espontánea en el acto de pintar. Sus campos de líneas nacen de gotas de pintura que, colocadas a mano alzada, fluyen sobre la superficie y dotan al conjunto de una vibración especial.
En el plano escultórico, Mario Dilitz contrapone la belleza estética de sus esculturas y el contenido de los temas, en una confrontación profunda con los caprichos de la existencia humana. Sus esculturas, la mayoría en tamaño natural, se sitúan en el mismo plano físico del espectador, en una espera eterna por comenzar un diálogo.
En este mismo sentido, Lluc Baños despliega un nuevo imaginario personal. Su obra se construye sobre la decodificación de signos, formatos y materiales, como si se tratase de un lenguaje, con el que ofrece una visión escópica sobre el acto de ver, representar y conocer.
En general, se podría decir que las obras son resultado de una libertad expresiva por parte de su artista. En su arrebato representativo, emplazan a nuevos personajes dentro de su mundo interior desplegado como una forma de distanciarse y apreciar su propia realidad, ahora en tercera persona.
Puede que el eje en común de todas las obras sea la profundidad, diferente pero a su vez enlazada a sensaciones similares: el espectador se adentra en la obra a la vez que en su artífice. En esta muestra de caracteres diferentes, la paradoja se extiende a su vez: lo oculto se visibiliza. Identidades permite la materialización de lo más recóndito de la obra: la identidad del artista.