Group Show
14.06.2021 - 28.06.2021
Michael Craik,
Max Gärtner,
Mario Dilitz
Alfredo Chamal,
Alejandro Pasquale
Javier Ruiz, Cesc Abad
Jo Hummel
A la galería Victor Lope le complace mostrar su nueva muestra colectiva, “Group Show”. Es una presentación del portfolio del espacio en la que se podrá ver la obra de Alejandro Pasquale, Max Gärtner, Patrik Grijalvo, Jo Hummel, Michael Craik, Mario Dilitz, Javier Ruiz y Alfredo Chamal.
La obra de Alejandro Pasquale muestra lo que soñamos, donde comprime su mundo particular y pictórico. La magia se muestra como tema central; la máscara como trampa constante; el juego como el guion perfecto; la naturaleza como la respuesta absoluta. Toda su obra gira desde hace años en torno a esos ejes que combina de diferente manera. Así, produce en todos los casos un reto visual al espectador. Este fácilmente cae rendido ante la atracción de la perfecta composición y la magnífica factura que en cada una de las obras le ofrece.
Jo Hummel lleva a cabo experimentos en los que el proceso suele determinar el resultado y proporciona un escenario seguro para la improvisación. Un lugar en el que los procedimientos racionales pueden coexistir con la intuición. De este modo, explora la naturaleza impredecible de la intuición y la espontaneidad. Su práctica funciona como una simulación de experiencias de toma de decisiones que le permiten captar y utilizar sensaciones como la ansiedad o la serenidad.
Con sus representaciones abstractas de varias criaturas, el artista español/alemán, Max Gärtner, explora las tensiones e interrelaciones entre la realidad y lo metafísico, entre lo natural y lo sobrenatural. Después de haber completado sus estudios de artes gráficas en Barcelona, Max Gärtner continuó con su carrera. Se implicó en una amplia serie proyectos con el colectivo de arte Barri Groc. Además, también continuó un proyecto en paralelo como un diseñador ilustrador y carácter.
La práctica de Michael Craik explora la interacción del color y la repetición como un método de producir una obra tranquila y contemplativa. Esta se preocupa por el color, la calidad de los materiales y el proceso. Craik crea pinturas aplicando repetidamente la pintura y quitándola de nuevo. Este proceso de reducción aparece en toda su obra, aludiendo a las fuerzas de erosión que forman nuestro paisaje. Así, permite que las cualidades elementales de la pintura determinen la apariencia de cada obra, creando pinturas contemplativas y mínimas.
Alfredo Chamal explora con un lenguaje hiperrealista temas de su propia cotidianidad, anécdotas que resaltan la búsqueda y rescate de la femineidad. Todo lo hace a través de personajes y objetos que interactúan para formar composiciones extrañas, a través de dibujos de tinte surrealista realizados con bolígrafo. La pulcritud de la técnica de Alfredo Chamal y el uso de una herramienta poco común en las artes plásticas, pero cotidiana para el público general, son el medio conector con la mirada del espectador.
A lo largo de sus años de experimentación, Cesc Abad (Barcelona, 1973) ha desarrollado un interés especial por el hombre y su relación y efecto sobre la naturaleza. Después de años de estudiar a los grandes maestros de la pintura, encontró su herramienta técnica en la pincelada postimpresionista y la historia en el simbolismo. Esta mezcla conduce a un trabajo tanto figurativo como conceptual. Es resultado de una tarea introspectiva desde el punto de vista de la naturaleza. Así, sugiere muchas preguntas al espectador.
Llega un momento en la trayectoria de un pintor realista en el que se decide la forma que adoptará su discurso. Más bien, cómo de equidistante estará este de la tradición en la que se asienta. Para Javier Ruíz Pérez, esa identidad ha recorrido diferentes derroteros, como el arte urbano o la figuración en el sentido más estricto. Ahora, esa visión del mundo nos llega con matices, como una sutil renuncia al detalle en beneficio de una pincelada expresiva y comprometida con la cotidianeidad.
La capacidad de dar expresión a la forma humana, para transmitir y traducir su lenguaje es una habilidad, que el escultor Mario Dilitz definitivamente tiene. Combina el conocimiento tradicional escultórico y las habilidades técnicas con temas de actualidad. De esta manera, se las arregla para crear esculturas de gran intensidad y apelación.
Lograr que la obra se deba sólo a sí misma es un viejo ideal del arte moderno: cortar las amarras que la vinculan con la realidad natural y dejarla valer, toda ella contenida en sus límites puros. Retomar esta pretensión venerable sin incurrir en la abstracción y, además, hacerlo desde el medio fotográfico parece casi un imposible. Pero Patrik Grijalvo ha encontrado la manera de apuntalar la autonomía de sus imágenes. De esta forma, debilitando su vínculo con el referente real –sin perderlo– y reivindicando su condición de objeto.