“Me gusta decir que el tema no es más que un macguffin, usando el lenguaje de Hitchcock, una excusa argumental para que la pintura avance. Lo veo un poco como la paradoja de la pintura figurativa: los pintores estamos continuamente buscando temas interesantes, cuando lo realmente interesante es la misma pintura.”
En una entrevista para Sirocomag esclarece que sus temas, arduamente utilizados en la historia del arte, no pretenden superar su superficial tratamiento, aunque entiende que susciten nuevas lecturas. De esta forma, nos presenta un imaginario alejado de toda novedad pero que nos sigue sorprendiendo y absorbiendo con cada representación.
En sus declaraciones reivindica el dibujo como un potenciador de la própia pintura, afirmando que lo considera fundamental, “como los cimientos de la pintura”. Sobre la acusada melancolia y densidad que respiran sus obras explica que, lejos de ser algo intencionado, es el resultado de su intuición pintando.
Los protagonistas de sus cuadros -ya sean humanos, animales, dioses o paisajes- están revestidos de una honda profundidad, acentuada por el uso del color y la limpieza del dibujo. Sin embargo, esta introspección queda conjugada con el halo superficial del arte pop presente en su trabajo. Se trata de un juego dicotómico continuo ya que, pese a su compleja concepción sobre la pintura, abraza el tono irónico que suscitan sus figuras.